Fuente SEO Birdlife
Seguro que estas últimas semanas has escuchado o has visto volando sin pausa a algún vencejo. Desde el mes de marzo, inundan nuestros cielos con sus característicos chillidos y, a finales de julio, comienzan a abandonar sus nidos rumbo a África.
Los vencejos nunca dejan de sorprendernos: pueden volar durante meses sin posarse ni una sola vez; pueden dormir y aparearse mientras vuelan; pueden recorrer hasta 20.000 km en su migración.
Sin embargo, no pueden evitar la basuraleza, todos esos residuos generados por el ser humano y abandonados en la naturaleza.
Hace unos días nos llegaban estas tristes imágenes de un vencejo volando con un guante de plástico enganchado en sus patas. La foto demuestra el peligro que supone para todo tipo de aves no reciclar estos residuos cada vez más comunes. Por ejemplo, se calcula que el 90% de las aves marinas han ingerido plástico y, aunque el impacto de esta amenaza se ha estudiado menos en medios terrestres, existen análisis que sugieren que podría ser mayor que en los océanos. No en vano, la mayor parte de los residuos que acaban en el océano provienen de tierra firme.
Foto: Andrés Duarte Cuenca.
Ésto es un ejemplo y nos debemos tomar en serio el buen tratamiento de estos nuevos residuos. Debemos tirarlos a la basura con las gomas de las mascarillas cortadas y los guantes anudados.
os dejamos unas imágenes no correctas
Lamentablemente, esta no es la única amenaza para la supervivencia de los vencejos. Forman parte del grupo de las aves comunes que no está pasando por un buen momento: el 37% de las especies que se reproducen en España están sufriendo reducciones en su población.
Una de las principales amenazas que sufren estas aves en nuestro país, es la destrucción de sus lugares de cría. Los vencejos comunes y pálidos vuelven año tras año a criar en los mismos edificios y en ocasiones, al llegar desde África, se encuentran con sus zonas de cría destruidas por obras de rehabilitación o, incluso aún peor, las obras pueden comenzar con los pollos en el interior de sus nidos, donde podrían llegar a morir emparedados.